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LA VANGUARDIA ES DEPORTIVA, LA MILICIA A RETAGUARDIA

La apropiación espontánea por un número más que representativo de ciudadanos, ha desplazado del imaginario territorial la idea de un campo de práctica militar y se ha consolidado como un espacio esencialmente deportivo.

Por Diego Javier Garcés

En las últimas décadas la porción del territorio sanjuanino que se extiende desde Av. Libertador, hasta el paredón de la represa del Dique de Ullúm, en la porción que corresponde a la falda del cerro Tres Marías, se ha convertido en un escenario privilegiado para la práctica de deportes de montaña por parte de la población civil. Así independientemente de qué día de la semana corra, puede observarse a cientos de deportistas practicando treking, running, senderismo, mountain bike, parapente, ciclismo aficionado, entre otras actividades.

Si bien es conocido que el territorio mencionado está bajo jurisdicción del Ejército Argentino y que lleva el nombre de Campo Militar General Sarmiento, la apropiación espontánea por un número más que representativo de ciudadanos, ha desplazado del imaginario territorial la idea de un campo de práctica militar y se ha consolidado como un espacio esencialmente deportivo. Ruinosos y estériles carteles de “prohibido pasar” o “Área restringida”, son ninguneados a diario por el verdadero “ejército” de deportistas que, recurrentemente circulan por ahí, trazando innumerables huellas, correspondientes a diferentes circuitos. De hecho, muchos de los mismos, figuraban en la página oficial de acreditaciones del gobierno de San Juan, que durante todo el tiempo de pandemia operó como un registro sólido de esta actividad[1]. Luego de las primeras semanas, estos circuitos identificados previamente como “Solimano 1, 2, 3”, etc, “Faunístico Norte” y “Faldón del Tres Marías”, fueron retirados de la lista, probablemente por reclamos militares en torno a su ilegalidad. En fin, el Campo General Sarmiento oscila permanentemente entre la oficiosidad y la oficialidad, develando un gran problema a resolver.

Llama profundamente la atención, que el gobierno de San Juan, que juega a lo grande en términos turísticos la carta de los deportes de montaña y que explota de forma continua la imagen de la práctica deportiva en ese territorio, permita la convivencia entre la apropiación espontánea por parte del deporte y la vetusta ocupación militar. Es decir, por un lado, promociona en los canales de aire el deporte en esos lugares bajo el lema “Venite a San Juan”[2], al tiempo que esporádicamente se comunica que estará prohibido el acceso a civiles, debido a “prácticas de tiro y ensayos de guerra” en el lugar.

Es cierto que ese territorio pertenece al RIM 22 (Regimiento Infantería de Montaña), desde tiempos previos a la fundación del mismo en 1940 y que desde tiempos de Sarmiento, el área estaba consignada a ocupaciones de tipo militares, para en aquel entonces combatir a las “montoneras”.  Cabe señalar también, que el RIM 22 hizo su debut de fuego en 1975 en el llamado “Operativo Independencia”, llevado adelante en la Provincia de Tucumán, con el objetivo de combatir la lucha armada revolucionaria y cuyo saldo, más que un triunfo militar de la nación, representa en la historia reciente, un importante capítulo en la consolidación del aparato represivo en manos del estado. En el presente, la ocupación militar es escasa y ruinosa en sentido literal, ya que frente a la cerámica de Cuyo, es posible observar una casa demolida que también posee letreros que remarcan la propiedad militar. Sabemos, que la demolición de esa vivienda fue intencional, lo que despierta sospechas acerca de la historia ese espacio y su posible relación con la necesidad de obstaculizar las pericias judiciales en torno a los juicios de lesa humanidad por los crímenes militares durante la última dictadura. Pero de lo que sí estamos seguros es que lo militar en este territorio está en ruinas y que la ruina es por definición, lo que ya fue o en todo caso, los restos de lo que hubo.

Sin embargo, sabemos que las ruinas desprenden de forma constante los espectros de lo que fueron, así es que poco tiempo antes de escribir estas líneas, recibí por varias vías la notificación que adjunto a continuación:

 

Mediante un comunicado, que, si bien se publicó en medios locales de gran tirada, dudosamente llegue a toda la población que practica deportes allí (No todo el mundo lee los diarios), se pretende resguardar a la población civil del peligro que representan las actividades de guerra. Se está literalmente jugando con fuego y es desesperante que el mismo gobierno que vende la postal de San Juan con sus ciclistas por las crestas peladas de los cerros, no intervenga en conjunto con el gobierno nacional, para que las prácticas militares se realicen en lugares más alejados que no han tenido una apropiación civil semejante.

El problema no es sólo en relación al deporte, debemos afirmar que la ciudad de San Juan ya no tiene la extensión urbana que tuvo hacia 1940 cuando se fundó el regimiento y que por lo tanto, los barrios de Marquesado se han extendido de forma notoria hacia las proximidades de las sierras chicas de zonda. Entonces, los ejercicios militares se desarrollan en un espacio en el cual no sólo conviven con los y las deportistas, sino también con la vida extendida de las barriadas hacia el oeste. El propio Barrio Militar está sumamente próximo a los espacios donde se alerta sobre los ejercicios de guerra, dando la impresión de que los soldados quieren llevar la guerra a casa.

El argumento utilizado para realizar ejercicios militares, desplazando a la población civil se esgrime en torno a la posesión de la tierra a manos del ejército, acusando de ocupas usurpadores a los y las deportistas. Sin embargo, el territorio que pertenece a hidráulica, en los alrededores del Camping El pinar, está apropiado de hecho por las fuerzas armadas, bajo la ley de la costumbre, del mismo modo que los deportistas ocupan el Campo General Sarmiento. Entonces cabe preguntarse: ¿Cuándo la apropiación del espacio es considerada ilegítima? ¿Por qué el ejército puede demoler las escalitas del partidor San Emiliano detrás del parque faunístico y los deportistas no pueden circular del otro lado de la ruta? ¿Cuál es la vara con la que son medidos los usos del espacio en la Provincia de San Juan?

Son numerosos los casos de espacios que, debido a la apropiación cultural o la necesidad de obras del estado, pudieron cambiar su dependencia legal (La expropiación de fincas para ensanchar la ruta 40 hacia el sur, entre otras recientes). Por esto es urgente, que el estado provincial utilice los datos de los registros que construyó durante la pandemia para expropiar el Campo General Sarmiento al ejército y dejarlo bajo la órbita de Deportes o Turismo, que como dijimos antes tiene una notoria presencia en el lugar, aún mayor que la militar. Responsables de estas carteras, Jorge Chica o Claudia Grynszpan, jóvenes legisladores como Francisco Guevara, tienen la oportunidad de convertirse en héroes y dar legitimidad a lo que sucede de hecho, no desperdicien la oportunidad de encarar una lucha difícil, pero en la que los acompañará todo su pueblo.

Para que los y las deportistas de montaña cuenten con el espacio que han ganado durante años y para que no sean intimidados por comunicados militares, necesitamos una intervención concreta e inmediata, que termine con la peligrosa convivencia entre la práctica militar y las actividades deportivas, sin que ésta tenga un saldo mayor. Los deportes ya han ganado esos cerros y pisamos la hora urgente de que el ejército, asuma la retaguardia, pues sus trincheras ya no tienen explosivos, tienen rastros de frenadas de bicicleta, huellas de zapatillas y la única sangre que salpica las piedras, son las de duros entrenamientos y no las del enemigo.

[1] http://sisanjuan.gob.ar/deportes/2020-05-25/22621-mas-de-6000-sanjuaninos-tramitaron-su-permiso-deportivo

[2] http://www.youtube.com/watch?v=w0MIyDh8rik

La Lechuza
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