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CARLOS GOYA: “A LA MARCHA HAY QUE IR, PARA CUANDO NUESTROS HIJOS NOS PREGUNTEN DE QUÉ LADO ESTUVIMOS”

Carlos Alberto Goya es hijo de desaparecidos. Fue apropiado por un militar y su esposa, que lo criaron como propio en San Juan, hasta 2008 cuando gracias a las gestiones de Abuelas de Plaza de Mayo recuperó su identidad. Desde 2014 milita en HIJOS. Entrevistado en “Estamos a favor” contó su historia y también habló del 24 de marzo.

Carlos Alberto Tejada. Así se llamaba, y aunque hace más de 15 años recuperó su identidad, a Carlos Alberto Goya Martínez Aranda todavía le tiembla la voz cuando cuenta sobre ese que era. “Me cuesta mucho, es muy fuerte, no quiero hacer más trámites. Entiendo profundamente el martirio de quienes tienen una identidad distinta de la que figura en los documentos. Mis padres me pusieron Jorge Guillermo y a veces he pensado en usarlo, pero te juro que no quiero pasar otra vez por eso”. Lo dice en el estudio de La Lechuza, que visitó este sábado, el día antes de la conmemoración el 24 de marzo del Día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia.

Carlos Goya es el Nieto Recuperado N°92. Recobró su identidad –aunque a él le gusta decir que no es una cuestión individual, que es “nuestra identidad”, que esa lucha “es por la identidad de todos”- en 2008, aunque recién en 2014 lo terminó de aceptar y se comprometió en la militancia por los Derechos Humanos.

La historia de Carlos

“Mi historia está vinculada a la dictadura pero comienza en el 2008. Me encuentro a las 5 de la mañana, en la que era mi casa, con fuertes ruidos. Había policías con una orden de allanamiento para tomar muestras de objetos personales míos”. Carlos cuenta que eso no lo alteró demasiado. Se volvió a acostar, se levantó, se fue a trabajar. Cuando volvió a la noche, “quienes creía que eran mis padres me dijeron que eso que se habían llevado iba a dar positivo. Que yo era hijo de desaparecidos. Fue la noche más larga de mi vida”.

Vacío. Esa es la palabra con la que Carlos Goya describe lo que sintió a partir de ese momento: “Mis hermanos no eran mis hermanos, mi nombre no era mi nombre; mi vida era falsa”.
Comparte, con otros nietos y nietas recuperados, infancias duras, violencia, depresiones. “Por eso buscamos todavía los casi 300 nietos que nos faltan, son personas que están pasando lo mismo. Tengo miedo que hayan tomado decisiones drásticas por la falta de verdad que hay en sus vidas”.

Carlos no lo cuenta. No habla de sus apropiadores, pero el militar que mintió ser su padre y su esposa –Luis Alberto Tejada y Raquel Quinteros- fueron juzgados y sentenciados en 2011 en el primero de los juicios por delitos de Lesa Humanidad que se desarrollaron en San Juan, porque fue aquí donde vivieron y criaron a Carlos. Sí habla de sus padres, Francisco Goya, chaqueño, y María Lourdes Martínez Aranda, mexicana, secuestrados con el bebé Jorge Guillermo, de un año, entre abril y julio de 1980. Y le cambia la cara cuando dice “acepté mi historia en el 2014”. Y agrega: “Cuando estás de este lado, te das cuenta que no querés vivir más en la mentira, que querés dejar de ser un trofeo, una apropiación. Es la libertad de la verdad”. Comparte que recién después de descubrir la verdad tuvo pareja, hijos. Cuenta en la radio que su hija por nacer pronto, se va a llamar María de Lourdes, como su mamá desaparecida.

– ¿Cuándo, cómo es que tu vida empieza a politizarse?

-Yo antes me definía como una persona apolítica, me crié con una familia de militares que decía que los Derechos Humanos eran un curro y que las abuelas cobraban un fangote de guita por eso de los nietos recuperados. De todos modos, hay cosas que te vuelan la cabeza. La Asignación Universal por Hijos me voló la cabeza, por ejemplo. Creo que la militancia de nuestros viejos está ahí. Mi cuñado me decía, por ejemplo, “vos siempre fuiste medio zurdito”. Pasé muchos años en la negación, pero en 2014 abracé la militancia. En el camino he perdido mucha gente que se decía amigo o familia, eso habla también del problema argentino. Cuando militás espezás a ser un estorbo. Por eso hay que militar, hay que molestar.

Entre las personas que Carlos no perdió están su hermano y su hermana de crianza. “Ellos no podían dejar de ser mis hermanos. Hoy tengo cuatro hermanos y los amo propfundamente a todos”, dice mientras marca: “La malicia llegó a tal punto que los nietos que nos faltan no son los hijos de un sindicalista o de un miltante común, son hijos de militantes del ERP y del brazo armado del peronismo, eramos los hijos de la semilla del mal, lo que había que cambiar”.

 Este 24 de marzo ¿es distinto?

“Me costó mucho este marzo. Me agarró muy golpeado”, dice Carlos Goya. Agrega que para quienes militan en Derechos Humanos es muy difícil entender la actualidad nacional.

“Pero cuando empezás a moverte, cuando vamos a las actividades a las que nos han invitado esta semana, te das cuenta que no solo somos esos doscientos, sino el pueblo que está convencido. Eso es lo que levanta. Los 24 de marzo cada vez son mejores, porque nos acompaña un montón de gente que no tiene militancia. Lo más fuerte fue el rechazo al 2 x 1. Hay una gran mitad o más que está de este lado”. No puede dejar de destacar que “es una lucha colectiva. Algunos lo hemos vivido más personal, pero es de todos”.

-¿Por qué es necesario ir este 24 a la marcha?

-Porque se está discutiendo, se está reivindicando al terrorismo de estado. Todos los que estamos en contra de eso tenemos que estar. No hace falta militancia, ni convencimiento, basta con estar en la duda. Ante el avasallamiento que hay a los jubilados, a la clase más baja, a la parte más sensible, tenemos que poder decir que no fuimos parte de esto, ni por omisión ni por acción; tenemos que poder decir: estuve de parte del más vulnerado y no del que estaba cómodo con esto. Le tengo que decir a mis hijos que no soy parte de esto ni lo voy a ser. No hace falta militar sino mirar un poquito al otro, para tener la conciencia tranquila mañana.

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