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UNA CULTURA DE DERECHOS HUMANOS

En vías de seguir discutiendo desde Radio La Lechuza sobre la última dictadura cívico-eclesiástico-militar, hablamos con Virginia Rodríguez, una de tantas sanjuaninas detenidas durante esa oscura etapa de nuestro país.

(Franco Muñoz/ Fotografía : Sofía Manrique)

Este año transitamos el 45° aniversario de una herida que aún supura miseria. Y este 2021 nos plantea una realidad similar a la del 2020: no poder movilizarnos en las calles por la continuidad de la pandemia.

Ante esta situación, la mayoría de los organismos de Derechos Humanos convocaron a generar acciones públicas en grupos reducidos para respetar los protocolos sanitarios, además de promover la campaña “Plantamos Memoria”, una iniciativa que busca generar una mayor consciencia a través del fuerte simbolismo de sembrar 30 mil semillas en todo el país.

Atravesamos un momento de incendios forestales en el sur argentino y el año pasado los hubo en Córdoba (y en circunstancias similares en cuanto a su origen oscuro), pero hay también otros incendios que, como expresó Cristina Fernández el 04 de marzo pasado, vienen de los mismos aparatos del Estado, puntualmente el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas, que históricamente han atentado contra los gobiernos populares de Latinoamérica.

Una pregunta de entre tantas nos interpela. ¿Qué podemos hacer como ciudadanía para pensar en un Poder Judicial más transparente? Para seguir ampliando el debate, hablamos con Virginia Rodríguez, arquitecta sanjuanina, docente jubilada de la Facultad de Arquitectura de la UNSJ, ex presa política durante la última dictadura cívico-eclesiástico-militar argentina y parte integral de la Coordinadora de Derechos Humanos San Juan, Colectivo de Mujeres y Género en Unidad Ciudadana y Colectiva Nosotras Ex–Presas políticas de Devoto.

  • Desde tu experiencia personal, ¿Qué nivel de implicancia tuvo el Poder Judicial con todo el aparato militar durante la última dictadura en el secuestro, desaparición y tortura de personas?

Antes del golpe del Estado, el rol de la justicia fue legalizar accionares criminales para poder sacarnos de nuestros domicilios, nuestros trabajos o de la calle y no aceptar las denuncias de tortura recibidas ni los hábeas corpus presentados, además de que se abrieran causas por la Ley 20840 (penalidades para las actividades subversivas en todas sus manifestaciones, sancionada originalmente en 1974). Después de 1976, el Poder Judicial fue totalmente funcional a la dictadura. Salvo honrosas excepciones, avaló todos los golpes en nuestro país y administró una justicia a lo largo de los años para la minoría privilegiada y otra para la mayoría de las y los argentinos.

  • ¿Cómo han continuado los procesos penales a genocidas durante la pandemia?

En 2020, se inició un juicio que actualmente continúa. Por la pandemia, lamentablemente no pudo ser presencial y los testigos-víctimas no han podido disfrutar del acompañamiento de las y los compañeros.

En San Juan hemos tenido más de 20 desaparecidas y desaparecidos. También, hubo desapariciones de sanjuaninas y sanjuaninos que estudiaban en otras provincias, por lo que hablamos de más de 130 personas.

Este 24 de marzo de 2021 y en pandemia, como siempre levantamos la bandera de Memoria, Verdad y Justicia y las de Nunca Más.

  • ¿Cómo ha sido el proceso de llevar a cabo los juicios de lesa humanidad en San Juan? ¿Qué protagonismo han tenido la justicia federal y los organismos de Derechos Humanos?

En el 2011 se inició el primer juicio por la apropiación de un hijo, quien ya recuperó su identidad. Luego, se iniciaron dos más, en los que se tuvo en cuenta diversas imputaciones y concluyeron con la condena para varios de los acusados de las fuerzas de seguridad. Ambos fueron presenciales, lo cual permitió acompañar a las víctimas.

La UNSJ facilitó desde el primer juicio hasta parte del tercero, la infraestructura física del Rectorado y la comunicación de los mismos. Igualmente, el Ministerio Público Fiscal trabajó muy seriamente en todos los juicios. Además de los testimonios de los testigos-víctimas, familiares y amigos, se contó con documentación encontrada en el D2, el Departamento de Inteligencia de la Policía de San Juan, lo cual corroboró los hechos de los testigos-víctimas.

En el proceso específico de lograrlos, todas y todos conocemos el esfuerzo de Madres y Abuelas, familiares de desaparecidos y presos políticos sobrevivientes, la agrupación H.I.J.O.S y varios organismos de Derechos Humanos más.

A pesar de que durante la presidencia de Macri se desarmaron varios programas de Derechos Humanos y se lentificaron las realizaciones de juicios a los imputados de crímenes cometidos durante la última dictadura, los juicios han seguido adelante: Argentina es un ejemplo internacional en ese sentido.

  • ¿Qué podemos hacer como ciudadanía para comenzar a entender la necesidad de una reforma judicial, en vías de lograr una justicia que nos represente? ¿Qué le podemos exigir a los poderes?

Creo que falta mucho para lograr una justicia igualitaria que garantice los derechos de todas y todos los argentinos. Es necesario apoyar y debatir propuestas de Reforma Judicial para mejorar el Poder Judicial en muchos aspectos, en vías de un Nunca Más a favor los golpes de Estado ni manejos desiguales en la administración de justicia en nuestro país.

  • ¿Cómo podemos lograr para que las nuevas generaciones, muchas veces desconocedoras del proceso o desencantadas con la política en general, asuman un rol más protagónico?

Creo que, en el caso de los jóvenes, poco a poco se han ido comprometiendo en el proceso de desarrollo de la democracia. Las condiciones también han estado dadas por los gobiernos populares de Alfonsín, Néstor y Cristina, con sus avances y retrocesos.

Me parece que algunas herramientas para lograrlo podrían ser el promover talleres de discusión, películas, obras de teatro, canciones o investigaciones que concienticen sobre derechos humanos. La idea es transmitir la necesidad de que los jóvenes se comprometan en el desarrollo del país, por una democracia real desde el lugar que cada una y uno ocupa en la sociedad. Eso es fundamental, el generar una cultura de derechos humanos en la población. Memoria, Verdad y Justicia tienen que ser banderas levantadas por todo el pueblo y más por las y los jóvenes.

Generar una cultura de derechos humanos. Algo que parece básico en los debates sobre esta herida, pero que en nuestra cotidianeidad se vuelve más complejo, en parte por nuestros ritmos de vida, en parte por la pandemia. Pero también se encuentra allí ese antiguo protagonista de la historia argentina: el desinterés. Y contra él estamos llamadas y llamados a combatir.

La Lechuza
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