Maternar o paternar no se aprende de un día para el otro: son acciones y decisiones totalmente complejas, sobre todo si de poner limites se trata. Para conversar sobre este tema y lo que implica, hablamos con nuestra columnista en Psicología, Ana Grynszpan, quien nos brindó propuestas para abordar la complejidad de estas situaciones.
Basta pensar como hemos sido criadas las generaciones previas: golpes (“chirlos, cachetadas, cintazos,etc”), insultos, gritos entre otros tipos de violencia. En la actualidad, la exposición a mayor información s ha generado una mayor diversidad, y se está rompiendo “la norma” establecida en el hogar. Y en este sentido, la estrategia más fácil que ponen en practica los padres y madres es la violencia.
La licenciada aclaró que las relaciones entre padres/madres e hijos son asimétricas y hay jerarquías diferentes lo sean “pero tengo que empezar a encontrar otras estrategias para ponerte en tu rol que no sea una cachetada, porque aparte, los chicos a eso ya no responden”.
“En todo vínculo asimétrico, siempre o por lo general el que está abajo intenta pulsear”, refiriéndose a que, en caso de niños, niñas o adolescentes en ciertos castigos, buscan estrategias para evadirlas.
Sobre como empezar a trabajar estos límites, Ana sugirió “el fundamento o el piso de estas estrategias es acompañar a nuestros hijos desde muy chicos en el reconocimiento de nuestras emociones”. Recalcó la importancia de la Educación Emocional, y no reprimir lo que el niño siente.
En cuanto al dicho de “a mi me educaron a los cachetones y nunca tuve un problema”, la especialista recalcó que han crecido las cifras de suicidios y la medicalización de sintomatologías emocionales.
Es importante enseñarle a los niños y niñas que las emociones deben darse en diversos contextos, por ejemplo, donde llorar, y respetar a las demás personas que los rodean. También no caracterizar o adjetivar al niño por acciones emocionales que tengan, sino trabajar el lenguaje, y utilizar el juego como recurso.
También explicó que los contextos en los que están inmersos los adultos como el trabajo, estudios y relaciones afectivas pueden repercutir en esta crianza, y es importante que cada persona adulta pueda trabajar y discriminar sus situaciones emocionales propias.